Kiss Comix 98 (de 239) Magazine Erótico Mensual
La Cúpula, 1999 | Spanish | CBR | 69 páginas | 97.5 MB
Historietistas: Boccère, Ferocius, Man, Rubén, Tobalina; Guionistas: Barreiro, Solano López
Kiss Comix | My blog
La Cúpula, 1999 | Spanish | CBR | 69 páginas | 97.5 MB
Historietistas: Boccère, Ferocius, Man, Rubén, Tobalina; Guionistas: Barreiro, Solano López
Era de lo más raro que había oído en mi vida, y os juro que he oído de todo en materia de sexo. Se trataba, así lo llamaba mi amiga, del “orgasmo en seco”.
La amiga en cuestión había vuelto hace poco de un largo viaje por los Estados Unidos que había podido realizar gracias a una suculenta beca. Ya era rara cuando se fue, pero volvió aún más extraña de ese periplo en el que, según sus palabras, había encontrado la realización sexual gracias a las nuevas amistades americanas que le habían enseñado TODO en relación a la sexualidad.
No hablaba de otra cosa: que era lo mejor del mundo, que no había nada parecido, que permitía alargar el placer de manera insospechada para el profano, etc. Insistía tanto en que lo probara que me picó la curiosidad y le pregunté en qué consistía eso de correrse sin eyacular. Me dijo que era una antigua técnica oriental (ya empezamos, pensé) en la que el hombre podía tener varios orgasmos seguidos sin ponerlo todo perdido (el jodido sentido práctico de los yanquis, me dije para mis adentros), sin necesidad de utilizar anticonceptivos (la Iglesia debe estar de acuerdo, murmuré) y pudiendo hacer gozar al otro casi de manera interminable (eso estaba bien, mira) mediante una técnica que consistía apretarse un huevo en el momento adecuado (¿?). Además, comentó orgullosa, había muchos famosos del mundo del cine y de la música que utilizaban esta técnica con sorprendentes resultados en sus amantes, lo cual le daba un rollo elitista que molaba mucho.
Qué cosas. Yo no veía claro eso de correrme sin correrme. Toda la vida asociando la eyacula-ción con el orgasmo (aunque hay placeres para los que no es necesaria, es cierto) y ahora me salían con esto.
Pero como uno es inquieto y curioso (y le encanta que se la chupen) acepté probarlo. Mi amiga se puso tan contenta que me instó a que fuéramos inmediatamente a ver a su gurú aquí en la ciudad, que es la que me enseñaría la técnica del apretón huevil. La gurú en cuestión estaba para mojar pan y antes de que pudiera darme cuenta, me habían bajado los pantalones, sentado en un cómodo sofá de la “consulta” y empezado a masajearme las pelotas. Las dos estaban muy contentas de que hubiera aceptado y me iban explicando lo que me hacían mientras iban tocando, dándome instrucciones de relajación y control mental e indicándome lo que debía hacer en cada momento. Parecían tan ilusionadas como dos niñas pequeñas a las que Papá Noel les había dejado bonitos regalos la mañana de Navidad.
Por eso me costó horrores no explotar a carcajadas al ver sus atónitas caras manchadas con mi blanca semilla. Lo peor de todo es que, pese a disculparme (os juro que no fue a propósito), ya no me enteré de como se podía obtener un “orgasmo en seco”. Según ellas, yo no era digno. En fin.
Por cierto, si alguien sabe cómo se hace, que escriba y me lo explique. Quiero ser digno. Éso debe molar mucho.
La amiga en cuestión había vuelto hace poco de un largo viaje por los Estados Unidos que había podido realizar gracias a una suculenta beca. Ya era rara cuando se fue, pero volvió aún más extraña de ese periplo en el que, según sus palabras, había encontrado la realización sexual gracias a las nuevas amistades americanas que le habían enseñado TODO en relación a la sexualidad.
No hablaba de otra cosa: que era lo mejor del mundo, que no había nada parecido, que permitía alargar el placer de manera insospechada para el profano, etc. Insistía tanto en que lo probara que me picó la curiosidad y le pregunté en qué consistía eso de correrse sin eyacular. Me dijo que era una antigua técnica oriental (ya empezamos, pensé) en la que el hombre podía tener varios orgasmos seguidos sin ponerlo todo perdido (el jodido sentido práctico de los yanquis, me dije para mis adentros), sin necesidad de utilizar anticonceptivos (la Iglesia debe estar de acuerdo, murmuré) y pudiendo hacer gozar al otro casi de manera interminable (eso estaba bien, mira) mediante una técnica que consistía apretarse un huevo en el momento adecuado (¿?). Además, comentó orgullosa, había muchos famosos del mundo del cine y de la música que utilizaban esta técnica con sorprendentes resultados en sus amantes, lo cual le daba un rollo elitista que molaba mucho.
Qué cosas. Yo no veía claro eso de correrme sin correrme. Toda la vida asociando la eyacula-ción con el orgasmo (aunque hay placeres para los que no es necesaria, es cierto) y ahora me salían con esto.
Pero como uno es inquieto y curioso (y le encanta que se la chupen) acepté probarlo. Mi amiga se puso tan contenta que me instó a que fuéramos inmediatamente a ver a su gurú aquí en la ciudad, que es la que me enseñaría la técnica del apretón huevil. La gurú en cuestión estaba para mojar pan y antes de que pudiera darme cuenta, me habían bajado los pantalones, sentado en un cómodo sofá de la “consulta” y empezado a masajearme las pelotas. Las dos estaban muy contentas de que hubiera aceptado y me iban explicando lo que me hacían mientras iban tocando, dándome instrucciones de relajación y control mental e indicándome lo que debía hacer en cada momento. Parecían tan ilusionadas como dos niñas pequeñas a las que Papá Noel les había dejado bonitos regalos la mañana de Navidad.
Por eso me costó horrores no explotar a carcajadas al ver sus atónitas caras manchadas con mi blanca semilla. Lo peor de todo es que, pese a disculparme (os juro que no fue a propósito), ya no me enteré de como se podía obtener un “orgasmo en seco”. Según ellas, yo no era digno. En fin.
Por cierto, si alguien sabe cómo se hace, que escriba y me lo explique. Quiero ser digno. Éso debe molar mucho.