Kiss Comix 96 (de 239) Magazine Erótico Mensual
La Cúpula, 1999 | Spanish | CBR | 69 páginas | 99.3 MB
Historietistas: Boccère, Ferocius, Man, Rubén, Tobalina; Guionistas: Barreiro, Solano López
Kiss Comix | My blog
La Cúpula, 1999 | Spanish | CBR | 69 páginas | 99.3 MB
Historietistas: Boccère, Ferocius, Man, Rubén, Tobalina; Guionistas: Barreiro, Solano López
Definitivamente, el frío no me pone. Aún no hace mucho fresco, pero el verano ha pasado a la historia. A mí que me den sol, temperaturas tropicales y litros de sudor. Es hora de hacer balance del período estival para afrontar valientemente la inminente hibernación. Balance de relaciones íntimas, no vayan a pensar ustedes que soy como aquellos pesados vecinos que les secuestran durante cinco horas para torturarles con los detalles amuermantes de su viaje estival a Santo Domingo. No, lo que necesito ahora es recordar los detalles más húmedos de estos últimos meses calurosos. Por ejemplo, aquella primera noche que me fui de fiesta con unos amigos. Inconscientemente estábamos celebrando el principio del verano y salimos un viernes a quemar la ciudad. En el segundo local, y ya bastante puesto, choqué frontalmente con una morenita bajita, culona y tetuda, tan tetuda que el doble impacto que me dio en el bajo vientre me dejó sin aliento y me hizo derramar el cubata a partes iguales
sobre sus pechos y mis pantalones. Se puso colorada como una gamba y se deshizo en disculpas, avergonzada por noquearme con una de sus partes más delicadas. Me dijo que fuéramos al lavabo para limpiarnos mientras sus mejillas a lo Heidi resplandecían aún más a causa del calor del local. Una vez en la toilette le puse una condición: ella me limpiaba los pantalones y yo le limpiaba la camiseta. En ese momento me pareció divertida la proposición y no me hubiera importado que me enviara a la mierda. Pero, para mi eterna sorpresa, se hizo con un papel secamanos, lo humedeció con agua y, tras mirar a un lado y a otro de los lavabos para hombres, me empujó, literalmente, dentro de un water y antes de que yo pudiera darme la vuelta, cerró por dentro. Me pasó muy hábilmente aquellos papeles húmedos por la parte que más estimo de mi cuerpo, sonrojándose hasta límites exagerados y sudando a mares. Le quité uno de los papeles secos que guardaba en la otra mano, le subí la camiseta y se los pasé por la parte de los pechos que no ocultaba el sujetador. Se empaparon hasta volverse transparentes y casi desaparecer. Me di cuenta entonces de que tenía mi erecta polla en sus manos. La había sacado de mis pantalones con habilidad extrema y me estaba haciendo una paja sublime con aquellos húmedos papeles. A partir de ese punto lo tengo todo un poco confuso hasta que me asalta la imagen de mi corrida sobre sus generosas tetas y una sensación de abandono total al sudor, al calor, al sofoco absoluto de sus mejillas. Recuerdo que al final nos besamos (sabía como a agua de mar) y que luego, entre risas, nos limpiamos de verdad. Salimos y no la vi más. Fue un buen comienzo veraniego, sí señor. La cosa prometía.
A ver qué más…
Tiene que haber algo más…
No puede ser que sea la única…
(…)
Joder, va a ser un invierno muy, muy largo.
sobre sus pechos y mis pantalones. Se puso colorada como una gamba y se deshizo en disculpas, avergonzada por noquearme con una de sus partes más delicadas. Me dijo que fuéramos al lavabo para limpiarnos mientras sus mejillas a lo Heidi resplandecían aún más a causa del calor del local. Una vez en la toilette le puse una condición: ella me limpiaba los pantalones y yo le limpiaba la camiseta. En ese momento me pareció divertida la proposición y no me hubiera importado que me enviara a la mierda. Pero, para mi eterna sorpresa, se hizo con un papel secamanos, lo humedeció con agua y, tras mirar a un lado y a otro de los lavabos para hombres, me empujó, literalmente, dentro de un water y antes de que yo pudiera darme la vuelta, cerró por dentro. Me pasó muy hábilmente aquellos papeles húmedos por la parte que más estimo de mi cuerpo, sonrojándose hasta límites exagerados y sudando a mares. Le quité uno de los papeles secos que guardaba en la otra mano, le subí la camiseta y se los pasé por la parte de los pechos que no ocultaba el sujetador. Se empaparon hasta volverse transparentes y casi desaparecer. Me di cuenta entonces de que tenía mi erecta polla en sus manos. La había sacado de mis pantalones con habilidad extrema y me estaba haciendo una paja sublime con aquellos húmedos papeles. A partir de ese punto lo tengo todo un poco confuso hasta que me asalta la imagen de mi corrida sobre sus generosas tetas y una sensación de abandono total al sudor, al calor, al sofoco absoluto de sus mejillas. Recuerdo que al final nos besamos (sabía como a agua de mar) y que luego, entre risas, nos limpiamos de verdad. Salimos y no la vi más. Fue un buen comienzo veraniego, sí señor. La cosa prometía.
A ver qué más…
Tiene que haber algo más…
No puede ser que sea la única…
(…)
Joder, va a ser un invierno muy, muy largo.